martes, 18 de septiembre de 2012


¿QUECHUAÑOL?
Alguna vez nos ha ocurrido, en nuestra interrelación social, que nos enfrentamos a la duda de la correcta escritura o pronunciación de una palabra o que alguien, de alguna manera, nos ha corregido un exabrupto idiomático que nos hizo sentir incómodos. Y tal vez deberíamos preguntarnos: ¿es el idioma una puerta de acceso a la cultura, a un grupo social, al mundo? Pues creo que sí. Hoy más que nunca necesitamos comunicarnos mejor, pues a estas alturas de la vida si no defendemos el idioma terminaremos siendo material didáctico de alguna clase de historia del futuro.
Te imaginas el primer día de clases presentándose a tu profesor de esta manera: “Empréstenme atención alumnos, en aquí, en esta institución se viene a aprender. Espero que haigan comprendido”. Tengo dos hipótesis, la primera que no te des cuenta en lo más minino de los horrores y errores de pronunciación; o la otra, que termines decepcionado. La relación con las palabras es similar a la pesca solitaria, si tienes las herramientas adecuadas serás preciso al “pescar”. Si intentas asirlas con las manos se podrían resbalar.
En mis años de “estudiante-profesor” he ido comprendiendo que la tarea de enseñar el “uso correcto del idioma” tiene sus complicaciones. Recuerdo, por ejemplo —en mi afán de defender el idioma— que realizaba las correcciones a mis estudiantes sin considerar su “contexto”, es decir la relación con los amigos y  padres. Que si quería corregir a un estudiante, tenía que ir más allá de las aulas, ir a sus casas, conversar con sus vecinos del barrio y eso es inconcebible, pues el idioma no es estático, tiende a diferenciarse y a ello llamamos sociolecto. Por eso es comprensible que nuestros jóvenes inventan formas de comunicación especiales, lo que solemos llamar jerga juvenil, con la intención de crear un espacio solo para ellos, en el que no tienen cabida los adultos.
Pero debemos explicarles que el uso pertinente del idioma nos integrará a otros grupos sociales, nos ampliará el horizonte cultural, nos ayudará a defendernos de los bravucones, nos permitirá argumentar de manera ordenada y sintética, nos hará más felices.
En el Perú no hablamos castellano o español y la mayoría tampoco el quechua. Cuando alguien dice: “comeré una rica pachamanca” o “yo soy limeño” se ha mezclado, si se quiere, dos idiomas: “pachamanca” y “limeño” no tienen origen español. Según Garcilaso de la Vega, el topónimo Lima es una degeneración de la voz "rimac", que en castellano significa "el que habla", en referencia a un oráculo muy venerado por los indígenas y que, por extensión, se llamó así a todo el valle y a su río.
¿Es que acaso soy ahora un partidario de la “indiginización” del  castellano? No. Lo que percibo es que el hombre de estas regiones, sintiéndose ajeno al castellano, se ve en la necesidad de modificarlo hasta convertirlo en un elemento propio, acaso un nuevo idioma: ¿el “quechuañol”?
Pero debemos tener en cuenta que la transformación de un idioma es lenta, paulatina, serena y no violenta, que el cambio de un idioma no atenta contra la gramaticalidad. Por eso no es conveniente decir “venguen muchachos” (dígase vengan) ni mucho menos “espero que no haiga clases” (dígase haya), “en aquí tengo una moneda” (quítese “en”). 

miércoles, 29 de agosto de 2012

 ESPERANDO A SUPERMAN
ENRIQUE ORTIZ PALACIOS
                A propósito de la huelga magisterial escuché decir a alguien que para solucionar el problema de la educación peruana “deberían traer a profesores de EEUU”. Recordé los razonamientos de mi niñez cuando a cualquier problema le encontrábamos una solución muy sencilla: “por qué no traemos a Superman y otros tal vez invocaban a Rambo”.
            El problema de la educación peruana no solo recae en el docente sino que también implica al padre de familia y al Estado, sin ellos UNIDOS no habrá quien nos salve, ni siquiera Superman. Además quiero aclarar que EEUU no es el paraíso en Educación. La Evaluación PISA 2009 (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, en español) ubica a ese país en el puesto 17 en habilidad lectora mientras que Shanghái (China)  el primero,  puesto 31 en Matemáticas y lugar 23 en ciencias, mientras que Shanghái (China) ocupa  los primeros lugares de los 65 países evaluados. Esta situación puede ser corroborada viendo el documental Waiting for Superman (Esperando a Superman), en donde se puede apreciar los niveles terribles de la educación norteamericana y sus soluciones al estilo Tinka peruana  y un sindicato muy parecido al nuestro (en el sentido de que son muy reacios a cualquier cambio planteado por el estado). También pueden ver la película Bad Teacher  o Malas enseñanzas, en donde el personaje Elizabeth Halsey  es una profesora con poca vocación de enseñar, es inmoral, viciosa y abúlica. Un reflejo tal vez de ese sistema educativo estadounidense del que tanto admiramos algunos. Pero me quedo con ese capítulo de The Simpsons en la que a los alumnos más incompetentes y malcriados (incluido el director Skinner) son “premiados” con un viaje cuando en realidad quieren deshacerse de ellos para que en la Evaluación no salgan perjudicados. Viendo el documental Esperando a Superman  nos esteramos de que en “Gringolandia” premian con un bono a las escuelas y profesores si sus estudiantes han obtenido altas calificaciones.
            Nuestros problemas educativos serán solucionados en la medida que TODOS los involucrados  participemos verdaderamente, sin imitar modelos educativos como el arriba mencionado. El bullying (mejor decir acoso escolar o lo que antaño llamábamos lorneo) existe porque el profesor ha perdido el horizonte en  la educación. Ha perdido credibilidad, el Estado en vez de darle alicientes ha pregonado a todos los vientos que el profesor es ocioso, es borracho, es violador cuando es el mismo  Estado quien  lo cobijo cinco años en las aulas universitarias y luego le entregó  su “licencia para enseñar”. Muy saludable entonces sería leer el capítulo III del libro La civilización del espectáculo de Mario Vargas Llosa, titulado Prohibido prohibir y les aseguro que de alguna forma se recuperará esa dignidad que todo ser humano necesita (por nuestros hijos, por nuestros estudiantes) para ser un verdadero Superman.

lunes, 9 de julio de 2012

EN BUSCA DE MI IDENTIDAD
ENRIQUE ORTIZ PALACIOS
            Cada vez que en los colegios se discute el famoso plan lector (entiéndase como la preocupación de los profesores por plantear una lista de autores que los estudiantes están “obligados” a leer), se incurre en tremendos equívocos y muy pocas veces  en aciertos, tal vez por desconocimiento, desidia o lo que es peor, por falta de una preparación adecuada o simplemente por la carencia de hábitos de lectura entre nosotros los adultos.
            Por ejemplo, se cree que lo que nos fascinó en nuestra mocedad, le agradará  de la misma manera a los muchachos de ahora (fanáticos del tablet) por eso cuando Juanito le pregunta a su profesor que obras leerá en el plan lector no es raro escuchar nombres como La divina comedia, El cantar del Mio Cid, Platero y yo o Mujercitas; y con ello no quiero decir que esos libros ya pasaron de moda o que son malos, todo lo contrario, tiene la marca de la excelencia, pero a esos fabulosos libros llegarán en la medida que los enamoremos de los libros.             A los chicos les encanta el género del terror, la aventura, el romance o el misterio, y lo comprobamos con las ventas millonarias de los creadores de Harry Potter, Eclipse, Código da Vinci, Crónicas de Narnia, El señor de los anillos y otros.
            A la propuesta de lectura del Gobierno Regional de Junín de dos magníficos autores sería bueno agregar otra; de escritores que circunscriben sus temas  a nuestro ámbito geopolítico, ya que si queremos que nuestro patrimonio cultural regional se convierta en patrimonio de la humanidad debemos difundirlo y para ello tenemos que conocerlo, leerlo. De lo contrario, perderemos lo que es vital para la supervivencia de las naciones: la identidad.
            Se propone a los siguientes autores y se toma en cuenta la cierta facilidad para hallarlas: Prestadito nomás de César Alfaro Gilvonio, Dos árboles y otras formas de internarse en la niebla de Augusto Effio Ordóñez, The Cure en Huancayo y Ojo de pez abisal de Ulises Gutiérrez Llantoy, La casita de cedrón de José Oregón, El unicornio (estos agrupados en la colección Cuentos Completos) de Edgardo Rivera Martínez, Dos relatos amargos de Ernesto Ramos Berrospi, Cuentan los abuelos de Héctor Curisinche.
            Debemos aclarar que casi no existen textos para niños, salvo contadas excepciones como La cabrita glotona de Cirilo López Salvatierra, además se debería incidir en la lectura del libro Lecturas huancas y rescatar del casi olvido, y si es posible reeditar, La montaña azul de Elsa Herrera.
            Recordemos que las civilizaciones perduran no solo por los fuertes puentes que se construyen o por la pachamanca más grande del mundo que se cocina, sino por los libros que se escriben.

             

lunes, 6 de febrero de 2012

REFLEXIONES

                                                      ¿LEER O NO LEER? 
¿Uno lee porque le dicen lee? Leemos porque alguien nos lo inculcó ya sea directa o indirectamente. Todavía recuerdo a mi hermano José, allá por los años setenta, leyéndonos a mi hermano y a mí Cuentos y leyendas populares. Por las tardes se daba un tiempo para leernos las historias más alucinantes y fantásticas, acerca de seres que parecían de otros mundos. Recuerdo que me impactó profundamente la historia de un niño al que un gigante no lo dejaba jugar en su jardín y cómo éste cambia de actitud frente a la humanidad después de conocer a dicho niño. Muchos años después descubriría que ese cuento existía y que se llama  El gigante egoísta de Oscar Wilde. Creo que ese día me eché a llorar, no lo recuerdo bien.
A veces, cuando mi hermano se iba a la escuela, me quedaba hojeando aquel voluminoso libro, tratando de descifrar esas “cosas negritas”, que mucho tiempo después supe que se llamaban palabras. Yo tenía cinco años.

Los tiempos han cambiando, no son mejores ni peores, solo distintos. Si mi generación jugaba a la bata, la chepa o las escondidas, los de ahora juegan “conectados” a una computadora, si antes leíamos Julio Verne, los de ahora a Harry Potter. ¿Quién de mi generación no se identificó con Zezé, de Vasconcelos?, ¿quién no trabajó en las frías minas al lado de Juanito Rumi?, ¿quién no sufrió la persecución junto a Jean Valjean? ¿quién no leyó Corazón? ¿quién no pasó más de catorce años en las oscuras mazmorras compartiendo con el Abad y Edmundo Dante, personajes estos de El conde de Montecristo? ¿quién no vivió largos años entre el mar y la nada junto a Robinson Crusoe?

A lo largo de estos años he podido descubrir que existen tres tipos de lectores:
LECTOR PRINCIPIANTE: Este lector todavía no siente que las lecturas lo ayuden en su vida, lee casi por obligación, se salta las páginas, no termina las obras. Quiere leer libros “fáciles” que contengan pocas páginas. La causa principal, no la única, es que en el hogar no ha tenido el referente, es decir ni papá ni mamá leen. A este tipo de lector le aconsejo empezar a leer historietas, son entretenidas, ¿Condorito? ¿Por qué no?, revistas variadas (obviamente las triple X no).  Harry Potter es una buena opción, o Juan Salvador Gaviota de Richard Bach.
LECTOR INTERMEDIO: Estos lectores tuvieron la suerte de encontrar una buena motivación, y por lo tanto tienen predisposición por la lectura. Siempre están preguntando ¿qué me recomiendas leer? Ya han leído Brida, El alquimista, Once minutos o Verónica decide morir de Coelho. Quieren más. A ellos les recomiendo las obras de Sthepen King o las historietas de Mafalda. Leer cuentos, muchos cuentos, sin prejuicios ¿El gato con botas?  Sí, les aseguro que una lectura detenida y crítica nos permitirá descubrir un trasfondo muy dañino, “un cuento no apto para niños”.
 LECTOR VORAZ: Este lector considera que la lectura es como la respiración o la alimentación: vital. Puede leer una obra de quinientas páginas en dos o tres semanas o un cuento breve, pero jugoso, del genial Monterroso. Posee un amplio bagaje cultural producto de las constantes lecturas, es un conversador nato, siempre está reflexionando, odia la mediocridad. Distingue fácilmente los mensajes subliminales y las falacias. Ha leído Ensayo sobre la ceguera, El perfume, El juego de los abalorios, Las troyanas de Sartre. Sabe que Cien años de soledad o El mundo es ancho y ajeno son obras magistrales. Lee las obras en la versión completa, sabe que Crimen y Castigo de la editorial Mercurio está recortada y que existe la versión original en Oveja negra (dos tomos).

Son los libros los que de alguna forma refuerzan nuestra personalidad. Además, es bello sentir que puedes darle vida a un papel, porque una hoja de papel es un pedazo de árbol mutilado. Y un libro... es un trozo de árbol revivido.